miércoles, 30 de marzo de 2011

Ídolos caídos



En la ribera florecida


el mar se cubría de estrellas.


Pescaditos dorados


saltaban y reían,


los pájaros de la memoria


volaban bajo un cielo infinito,


todo era brillo, todo era amor.


Los niños trepaban por el arco iris,


los besos flotando en el aire,


las niñas cantando en las escuelas,


las risas turbias de los gusanos.


Los deseos en lágrimas,


las tristezas en las calles,


el entierro nocturno


de las luciérnagas,


las guitarras sonámbulas


de las sirenas.


Tu boca y mis alas,


mis alas y el espejo,


que iluminan constante


tu cuerpo desnudo.


La razón pueril


que habita en tus ojos,


abracé la montaña de fuego


quemando este imaginario


desvelo.

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