Mientras su madre moría,
sus sonetos desfilaban por el aire.
El pan de cada día
inspiraban mirar el cielo
y soñar con las estrellas.
Caminaba de la mano
con su padre,
todo era bello,
los autos, los semáforos,
las ancianas, los supermercados,
los perros, las veredas,
las lagunas de barro.
Soñó con los reyes magos,
venían en camellos
a dejarle dos botas
llenas de agua.
Moriste, niño poeta,
hoy tu ataúd
esta lleno de flores,
y las golondrinas
vuelan y crece
hierba en tu sepultura.
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